Tropical es la marca líder de cerveza en las islas, una marca que lleva formando parte de la vida de canarios y canarias casi 100 años. Lo que caracteriza a Tropical es su profundo arraigo cultural y social, una embajadora de la isla de Gran Canaria, la lovemark por excelencia de las islas.
Por todo esto, asumir el rediseño de la marca era un reto complicado y que precisaba de mucho estudio del detalle para no herir sensibilidades con el cambio, era necesario modernizarla, pero no podíamos olvidar que no se trataba de cerveza, se trataba de sentimientos.
¿Cómo modernizar un sentimiento?
Pues con mucho, mucho cariño y todavía más análisis, nada podía ser “porque si”. Lo primero que hicimos fue desgranar qué elementos componían la marca y su universo visual, tanto en códigos de branding primarios como secundarios: Tipografías, símbolos, recursos gráficos, estilo fotográfico, formas, colores… Cada mínimo elemento asociado a la marca debía ser separado, aislado y analizado para decidir en base a objetivos argumentados qué era: necesario, prescindible, inamovible, modificable, identitario o superfluo.
En base a este análisis fuimos conscientes de que incluso los elementos a priori más intocables cómo eran el perro y la palabra Tropical que forman el imagotipo, eran modificables si se hacía con un sentido.
Lo primero fue trabajar la tipografía de “Tropical”, la respetamos, pero la depuramos y simplificamos, eliminamos dobles trazos (a modo de sombras y brillos) y ajustamos interletrado para mejorar legibilidad en reducciones y entornos digitales.
Completamos el trabajo tipográfico desarrollando una tipografía a medida, la CG Tropical, que dota de personalidad a la comunicación de la marca como tipografía principal complementada por la Titling en mensajes secundarios y la Titling deformada en lo que llamamos “mensajes tropicalistas”. Construyendo así un universo tipográfico fácil de utilizar pero muy rico en combinación.
El gran reto llegó con el perro, un símbolo que mucha gente incluso lleva tatuado. Pero que al estar siempre rodeado de un doble círculo con texto, un copo de nieve y hojas de grano dificultaba su aplicación; empastaba en tamaños reducidos y además distraía la atención del verdadero héroe, el perro. Por eso prescindimos absolutamente de todo lo accesorio para centrarnos en él, con ello le dábamos la importancia que la gente ya le daba y reducíamos el rechazo al cambio. Por último, simplificamos sus sombras y como pequeño “easter egg” dimos a una de ellas la forma de la isla de Gran Canaria. Esto provocó una aceptación instantánea a pesar de haber cambiado de forma sustancial el símbolo de una auténtica lovemark.
En fin, lo sencillo a veces es lo más complicado y nosotros conseguimos que la gente siguiese queriendo al mismo perro, aunque fuese con diferente collar.